viernes, marzo 03, 2006

Hay futuro, o no

Miré los muros de la patria mía…

La convención del Partido Popular arrancó hoy en Madrid bajo el lema “Hay futuro”. Mariano Rajoy, el que mueve ahí los hilos o del que mueven sus hilos, aseguró que su organización, entre otras cosas, (estas comillas serán un pecado): “Mira al futuro y no piensa echar la vista atrás […] algo de que lo acusa el Partido Socialista”. Para ello, necesita y pretende contar con el inestimable apoyo de “las nuevas generaciones” –cielos, ¿me habrá señalado?-. Además, aprovechó la coyuntura para defender la Constitución, de la que dijo: “Es fruto del consenso […] y del esfuerzo de los españoles que miraban hacia el futuro” (aquí encontramos de nuevo, en un espléndido ejercicio de raccord, el leitmotiv casi goebbelsiano).

Para motivar esta reunión, se ha escogido la fecha en la que se cumple el décimo aniversario de la victoria de José María Aznar en las elecciones generales. Este triunfo, centro de la circunferencia de algunos actos como el discurso del ex presidente, no hace más que acuciar en mí la necesidad de lanzar esta pregunta: ¿”Hay futuro” o “no piensa echar la vista atrás”, “nuevas generaciones”…? Evidentemente, estos lemas y declaraciones están sacados de contexto pero, ¿no es extraño pregonar el futuro celebrando las glorias pasadas? ¡Qué alarde de perspectiva! Cuando más fácil se está haciendo el que lleven la oposición, más se entierran en los errores de su derrota.

Si los populares son los filántropos que aman la Historia, estos energúmenos son los que se adscriben a ella en tiempos fascistas: resulta que los ganadores del concurso de chirigotas de Ceuta han alcanzado el primer escalón del podio a base de insultos racistas. Estoy absolutamente orgulloso de que poemas del tipo “Los moros son animales” se lleven la fama del Carnaval. Y todavía lo estoy más si, al finalizar su actuación, rematan la faena con ese inolvidable verso “Qué mal lo hizo Hitler”. ¡Olé, y viva España, coño! Alcemos nuestros brazos tatuados con cabras inmortales y gritemos a pulmón desnudo: “¡Muerte al enemigo musulmán! ¡Arriba España! ¡Viva la selección que venció con la gloria de Dios al impuro marfileño! ¡Zarra, estarás, para siempre, en nuestro corazón!”.

Lo más preocupante de todo no es que un grupo de macarras ensucie el aire con sus estupideces. Sí lo es el que un jurado que vigila el contenido de las canciones de los participantes, sabiendo cómo está el patio de niños en este momento, no haga nada por evitar un escándalo de estas características sino que, ironías del poder, otorga el primer premio a los más sucios.

Mientras los años superados nos arrastran por la camisa y Eto’o abandona el césped perseguido por los monos, ¿hay futuro?