jueves, marzo 15, 2007

Globos

Hay contradicciones que, por originalidad, rayan la testarudez, la cabezonería más pétrea: de dónde salen y por qué, son derrotas de la lógica. Y es que, en ocasiones, el rumbo de los acontecimientos o, siendo grandilocuentes, de la Historia, nos arrastra a una realidad que vemos ya desde lejos. Es entonces, al ver venir al destino, cuando sacamos pecho, orgullo, e inscribimos nuestro nombre en la roca.
Un ejemplo: es indudable que, en la actualidad, hay una marea abrumadora que se llama globalización. ¿Qué implica? Además de MecaCola y búfalos en Galicia, reparte una desaparición de fronteras, una homogeneización de costumbres, culturas y pensamientos y una capitalización libertaria de los mercados.
Todavía más dentro: en el momento en que, por el engrasamiento de esta maquinaria, podemos gritar sin complejos, a pulmón desnudo, que somos definitivamente ciudadanos del mundo, se reproduce en nuestro interior la increíble historia del hombre menguante.
¿Qué queremos decir con esto? Que nos gusta barrer para casa: adoramos cerrar cada vez más el círculo para reafirmarnos con rotundidad. Si los límites son amplios, nos volvemos difusos: ¿qué significa ser "europeo"? Es más, ¿cuál ha sido el resultado del referéndum acerca de la Constitución de la UE? ¿Ha existido realmente o ha sido todo un extraño sueño?
Cuanto más europeo me dicen, tanto más español me siento, en progresión aritmética: eres español-soy gallego, eres gallego-soy pontevedrés, eres pontevedrés-soy de Redondela, eres de Redondela-Reboreda es la parroquia cuna de la Humanidad. Estableciendo siempre la competencia más próxima.
¿Lo hacemos, simplemente, por tocar las pelotas? Todo lo contrario: somos instintivamente inteligentes. Nos vamos acotando poco a poco, de un modo inconsciente y reivindicativo, de modo que nos vamos construyendo no por el tejado, como nos quieren formar, sino por la base.
La globalización es el rodillo o el molde que nos hace a todos iguales, por tanto, cuanto más independientes seamos, cuanto más sintamos nuestras fronteras cercanas, incluso las mínimas, más aristas habrá en el proceso. Reducirnos es vernos a nosotros como individuos, con toda nuestra carga.
Es a partir de la punta de los pies cuando empieza el universo y hasta donde llega la globalización. Que no te pisen.