miércoles, octubre 04, 2006

Navarro visionario

La semana pasada, después de tantos motes, tantas parodias y tanto frenesí, Buenafuente tuvo por fin ante sí a Pepe Navarro como entrevistado sorpresa.
Y fue, pese a todo -la incomodidad, la improvisación, el género y el Follonero zancallideando a su director y sus pifias-, un coloquio productivo en el que no faltaron ni el humor, ni la profundización.
Navarro, sin miramientos, planteó una teoría o un pensamiento de esos que se nos asoman como geniales antes de dormir pero que, sin embargo, al despertar, con los ojos hinchados a la mañana siguiente, nos parecen el mayor absurdo posible. En este caso, no obstante, la frescura de la idea parecía mantenerse:
Para él, está llegando a España el modelo norteamericano del programa centenario, esto es, formatos que perviven durante décadas sin apenas modificaciones ni, aunque casi paradójicamente, fluctuaciones de audiencia. Hay, en cambio, una precisa fidelidad.
Nos traslada los nichos de mercado (lo que asustaba a Buenafuente: "Suena mal eso de buscarte tu propio nicho"), según los cuales tú creas unos determinados parámetros, un determinado producto para un público específico.
Esto puede resultar peligroso en un sistema televisivo competitivo, en el que las innovaciones están a la orden del día: la originalidad da el triunfo, los chuscos se caen de la parrilla. Ahora bien, de algún modo, para Navarro, la Televisión Digital no aumenta concretamente la competición, sino que lo que hace es construir ámbitos de diversidad en los que la vorágine de destruir al oponente no tiene tanta relevancia. Creas para tu espacio: la oferta es tan amplia que no hay exigencias, únicamente planteamientos.


Aun aceptando sus errores -la competencia siempre es un motor de desarrollo-, tiene gran parte de razón, el ejemplo está en que una cadena que no siente la rivalidad directa en su entorno como la TVG ha mantenido durante casi 20 años un programa como "Supermartes" y deja sobrevivir a otro tal como nació: "Luar".