miércoles, febrero 07, 2007

Memoria

E hicieron un resumen de sus vidas.
Ambos habían fracasado, el que había soñado con el amor, y el que había soñado con el poder. ¿Cuál era la razón de este fracaso?
-Quizás el no haberse trazado un línea recta- dijo Frédéric.
-Eso puede valer para ti. Yo, por el contrario, he pecado de exceso de rectitud, sin tener en cuenta mil cosas secundarias más importantes que todo. Yo he tenido demasiada lógica y tú demasiado sentimiento.
Después echaron la culpa a la suerte, a las circunstancias, a la época en la que habían nacido. Frédéric replicó:
-No es estolo que pensábamos ser antaño en Sens cuando tú querías escribir una historia crítica de la filosofía y yo una gran novela medieval sobre Nogent, cuyo tema había encontrado en Froissart: Cómo micer Brokars de Fénestranges y el obispo de Troyes atacaron a micer Eustaquio de Ambrecicourt. ¿Te acuerdas?
Y, resucitando sus respectivos años jóvenes, a cada frase se decían: "¿Te acuerdas?".
[...]
Aquel lugar de perdición proyectaba un destello fantástico en todo el distrito. Lo designaban con perífrasis: "El lugar que sabéis -cierta calle- debajo de los puentes". Las campesinas de los alrededores le temblaban por sus maridos, las burguesas le temían por sus criadas, porque habían sorprendido allí a la cocinera del señor subprefecto, y desde luego, era la obsesión de todos los adolescentes.
Pues bien, un domingo, mientras la gente estaba en los oficios de vísperas, Frédéric y Deslauriers, después de haberse rizado el pelo, cogieron flores en el jardín de la señora Moreau, luego salieron por la puerta que daba al campo y, dando un gran rodeo por las viñas, volvieron por la Pecherie y se colaron en casa de la Turca, sin soltar de la mano sus ramos de flores.
Frédéric presentó el suyo, como un enamorado a su novia. Pero el calor que hacía, el temor a lo desconocido, una especie de remordimiento, hasta el placer de ver todas juntas a tantas mujeres a su disposición, lo emocionaron de tal manera que se quedó muy pálido, sin moverse y sin decir palabra. Todas se reían, disfrutando al verle en aquella situación embarazosa; creyendo que se burlaban de él, se escapó; y, como Frédéric era el que tenía el dinero, Deslauriers se vio obligado a seguirle.
Los vieron salir. Esto originó un escándalo que se seguía comentando tres años después.
Se lo contaron el uno al otro con pelos y señales, cada uno complementando los recuerdos del otro.
-Aquella fue la mejor aventura que corrimos- dijo Frédéric.
-Sí, quizá sí, aquella fue la mejor aventura que corrimos- dijo Deslauriers.
"La educación sentimental", Gustave Flaubert.
¿La memoria es anticiparse al tiempo? Después de todo, quizá, el tiempo no exista. ¿Llegaremos a ver?
Fdo. La Dama de la Rosa