lunes, septiembre 18, 2006

Fichajes galácticos

Iker Jiménez es una de esas personas que te producen un cierto respeto acompañado de un afecto crecido, y todo ello sobre una base complicada, ya que vive de un mundo que la gran mayoría de la población rechazamos por educación escéptica.
No obstante, se gana la conciencia de la audiencia gracias a su modo de ser. Es un compendio entre elementos físicos y de comportamiento perfectamente engrasado: redondo y suave, brillante de sudor, de muñecas peludas debajo de los puños de la camisa, tiene una voz que, sin ser melodiosa, resulta amable y seductora. Si a esto añadimos los aspectos actitudinales, es el presentador perfecto para "Cuarto Milenio".
Su principal virtud es su mente abierta: no trata de imponer, no es espeluznante ni demasiado sugestivo, tan sólo pretende dejar entrever que, siendo racionales, quizá no lo abarquemos todo, sin que eso determine un dogma místico, es decir, sin que por eso tengamos que admitir como verdaderas o cercanas a la realidad las historias que se cuentan.


Ahora bien, desde que comenzó la segunda temporada del programa, algo ha quebrantado la armonía del emisor-receptor que disfrutábamos en la primera. El fichaje de un galáctico -nunca mejor dicho- como es Javier Sierra nos ha sacado de nuestra apacible tranquilidad crédula para llevarnos a un esfuerzo insufrible.
Nos encontramos con el contrapunto a la pachorra misteriosa de Iker: es apabullante, casi avasallador, impone más de lo que convence y coharta tu libertad a la hora de opinar. Además, sus teorías son tan extravagantes que se convierten en concluyentes cuestiones de fe. No es un ejercicio en el que dejas volar tu imaginación, en el que dudas de tu cerebro, sino que es una aventura cósmica infumable.
Con su lema "el lado oscuro de la Historia" se hace el visionario, pero resulta aplastante, como si el hecho de participar en el programa justificase la realidad de sus hipótesis, de modo que el público las aceptará sin ningún espíritu crítico y con la misma furia hambrienta freaky que lo envuelve a él.
Su actitud está confundida desde un comienzo: no todos los espectadores de "Cuarto Milenio" han hablado con espíritus. Algunos sólo pretenden apagar la luz y escuchar un cuento increíble, no los orígenes de las pirámides de Egipto con una influencia planetaria.
Imaginación, sí, pero sólo como la de un niño.