miércoles, marzo 05, 2008

Más Bakunin que el Dalai Lama

Ayer, en una conversación tan típica de estos días, desgajada de los grandes debates, alguien me preguntaba cuáles eran mis ideas. Una cuestión, aparentemente tan simple, que, no obstante, me dejó desconcertado. ¿Qué significa tener ideas? Mis ideas, quecarallistas, no están preparadas para ser clasificadas en un orden natural. Esto es, qué lógica tiene tender hacia un equilibrio de izquierda o derecha cuando encuentras desidia, rechazo, a ambas posturas.

¿Podría llamarse "centrismo" a no ser ni de carne ni de pescado? Esa era la pregunta que me planteaba anoche, buscando encontrar a Pablo Fernández en el correcto balance: "¿Y si soy un Gallardón de la vida?". Nada más lejos de la realidad.

Esta mañana, recordé "The political compass", un test que intenta aproximarse a la ideología de las personas, individualmente. En él encontré la respuesta a mis dudas: lo que yo, imbécilmente, llamaba "centrismo" era, en realidad, "anarquismo". Desde luego, no encajar no quiere decir equilibrio entre dos fuerzas sino, más bien, tender hacia ninguna. Ésa es la verdad acerca de mis ideas.

Más gráficamente, aquí puede verse -teniendo en cuenta "authoritarian" como "fascismo", "right" como "neoliberalismo", "left" como "comunismo" y "libertarian" como "anarquismo"-:


No dudéis en hacerlo vosotros también. Aquí lo tenéis y, por supuesto, no os olvidéis de contarme el resultado.