miércoles, noviembre 15, 2006

Hipocresía religiosa en época de celo

Redondela es un pueblo particular donde se dan situaciones, también, peculiares.
Como en esos grandes tópicos acerca de las suecas, con sus largas melenas doradas, sus ojos oceánicos, sus cuerpos de escultura griega -incomprensible inquietud la de Estocolmo, ciudad con mayor porcentaje de suicidio en Europa-, en esta villa y valle se da, a una escala mucho menor, una oportunidad que tiene la potencialidad de convertirse en hecho innegable, puesto entre los dientes de todos, como lo es el tópico.
En Redondela hay una iglesia específica para el más o menos nutrido grupo de Testigos de Jehová del pueblo y alrededores. Esto no pasaría de lo monótono y cotidiano de cualquier población media si no fuese por las características del sector femenino del mencionado grupo.
Por un capricho del destino, o una confusión genética occidental (quizá hemos vivido equivocados todos estos años y la negación de transfusiones de sangre o trasplantes de órganos eran las verdaderas claves para la selección natural), se da el caso de que aquí, desde las más jóvenes hasta las ya más entradas en carnes y años, todas las mujeres que profesan esta creencia religiosa son, sinceramente, guapas, bellas. Es más, van arregladas de tal modo, bajo un cánon tan único, que parecen una procesión de modelos incomparables.
Por este motivo, y acuciado por la soledad, en algún momento he imaginado qué supondría mantener una relación con alguna de estas mujeres. Investigando, es decir, no queriendo saberlo pero sin mayor salida que tener que conocerlo, he llegado a enfrentarme mentalmente a su regimiento de prohibiciones:
No se debe cantar nada que ensalce la patria, la bandera o cualquier otra cosa (se prohibe manifestar alegría cantando), ni mencionar a Dios.

No se deben leer novelas de ficción, ni libros mundanos, ni prensa mundana, ni oír radio o ver televisión, al menos es aconsejable no hacerlo.

Cuando se hace un regalo, nunca debe figurar el nombre o identificación de quien lo hace; ni en Navidad ni en el cumpleaños se deben hacer regalos.

Las mujeres no deben usar pantalones. Los hombres ni bigote, ni barba, ni pelo largo.

No se debe uno casar con quien no sea Testigo de Jehová (lo que ha provocado un suicidio en Valencia), ni se puede romper un compromiso matrimonial.

No debe celebrarse la Navidad ni el aniversario de bodas.

Hacer amistades íntimas es peligro de sectarismo.

No se puede acompañar a una boda a un familiar que no sea Testigo.

No se puede brindar levantando las copas.

No se puede ser deportista porque crea nacionalismo.

No se puede cazar o pescar por deporte.
No se puede participar en loterías o juegos por dinero.

No participar ni apoyar las Olimpiadas porque son adoración pagana.

No se pueden organizar fiestas sociales con amigos y menos aún con los no Testigos.

No puede bautizarse ni ser Testigo quien fume tabaco.

No se deben celebrar los cumpleaños.

No se debe dar limosna a los mendigos.

No se puede trabajar para ninguna otra religión.

No debe jugarse al ajedrez.

No se debe vestir de luto.

No hay que colaborar en campañas caritativas.

No hay que dejarse poner transfusiones de sangre ni suero, antes dejarse morir.

No se deben comer ni morcillas ni nada en lo que intervenga la sangre.

No hay que ir a hospitales religiosos para curarse.

Es obligatorio enseñar la Biblia a los hijos aun cuando sea preciso hacerlo con el látigo en la mano.

Es obligatoria la asistencia a las reuniones de los Testigos, so pena de ser castigado.

Hay que bautizarse como Testigo, de otra forma no hay posibilidad de salvación.

Hay que predicar siempre, aunque se esté cansado o sin ganas.

Hay que asistir a todas las asambleas.

No se puede llevar nada de oro.

No se puede servir en ningún ejército.


En definitiva, las religiones profesan el amor pero lo someten a barreras tan grandes que permanece aplastado. No obstante, a esto podría rebatírsele el que un amor profundo y cierto es mayor que cualquier límite, por lo que, si hay sinceridad, el corazón saldrá adelante.
Postpost: "A esto podría rebatírsele el que un amor profundo y cierto es mayor que cualquier límite, por lo que, si hay sinceridad, el corazón saldrá adelante". Ya, pero, ¿y el celo?