miércoles, marzo 12, 2008

Kafka: Realismo mágico.0

El realismo mágico es una tendencia literaria que siempre me ha fascinado. Y supongo que la razón está en que, desde pequeño, no sé si por pedantería o por necesidad, estuve muy ligado a Kafka, quien puede considerarse precursor de este movimiento si bien, como es lógico, los verdaderos padres están en Latinoamérica, donde a mediados del siglo XX se catapultó esta corriente.

El realismo mágico pretende contar historias en que lo fantástico, por así decirlo, es visto como algo cotidiano, con todas las dificultades que eso conlleva, como detectó Gabriel García Márquez:

“Mi problema más importante era destruir la línea de demarcación que separa lo que parece real de lo que parece fantástico. Porque en el mundo que trataba de evocar, esa barrera no existía. Pero necesitaba un tono inocente, que por su prestigio volviera verosímiles las cosas que menos lo parecían, y que lo hiciera sin perturbar la unidad del relato. También el lenguaje era una dificultad de fondo, pues la verdad no parece verdad simplemente porque lo sea, sino por la forma en que se diga”.

Es consecuente pensar que obras como "La metamorfosis", "El proceso" o "El castillo", todas de Kafka, siguen al pie de la letra estas indicaciones. Buscan crear un relato en el que cada vez más se pierden los límites de lo que nosotros, lectores exteriores, consideraríamos normal. Así se crea una atmósfera en la que aceptamos, cómplices, sucesos que en la vida real nunca aceptaríamos. De este modo, el misterio, lo inquietante, tiene una base sólida sobre lo que apoyarse y por eso estas novelas te atrapan, porque es difícil encontrar un final en un mundo no regido, al menos no totalmente, por nuestras reglas.


¿Qué diferencia a Kafka de García Márquez, Juan Rulfo o Miguel Ángel Asturias? La metáfora. El escritor austríaco construye una historia, plantea un enigma que debe ser desentrañado por el lector. Se forma un cuadro surrealista y sólo a través de la profundización logramos encontrar un significado: el destino, el nihilismo, etc.

En cambio, el realismo mágico opta por la sensación. Mediante un lenguaje sensorial y poético, busca expresar emociones que se remarcan en la fantasía que recubre la novela. No existe una metáfora propiamente dicha, sino que lo que lees, aceptantdo la irrealidad, es lo que hay. Eso sí, apuntando directamente al corazón.

Por lo tanto, es, simplemente, una cuestión de elección como lector, en ambos casos fatalmente encadenado: la emoción pura, sensitiva, o la emoción del pensamiento, trágico y angustiado. O como yo, la tercera opción: ambas.

Postpost: También hay una cuarta opción, especial para evitar esfuerzos, que sería ésta o ésta otra, que viene.