martes, marzo 07, 2006

Coprofagia, oé... coprofagia, oé...

Una de las pocas (dos) costumbres periodísticas a las que me he entregado en mi vida ha sido la de ver, con la mayor asiduidad posible, algún telediario. La otra, si seguimos las teorías de Chexire, empezó hace casi una semana cuando, llevado por un impulso narcisista, empecé mi top-less en este blog.

Para mi desgracia, la pesada práctica me ha inscrito en el círculo engañoso del telediario de mediodía de Antena 3.Me confieso: comenzando por una cuestión de vagancia –apretar un botón en el mando para desplazarnos a otra cadena después de “Los Simpson”- y terminando por una razón estética –esa belleza intelectual del busto de Susanna Griso-, soy yo, como tantos otros ignorantes de la buena comunicación, el que engorda las barras de su audiencia.

El pecado que casi diariamente cometo se convierte en peligrosa adicción cuando, aun reconociendo los males presentes en su médula espinal, no presento oposición y no resisto, como resisto enrocado a Gayoso, a semejante oprobio. Es decir, contemplando y oliendo las patrañas de este informativo no las repudio, sino que las trago gustoso como quien devora ansiosamente las costillas de su churrasco de domingo (churrasco… aaaaaaaaaaaggggggggggggggghhhhhhhh…).

Tres son las vértebras fundamentales de este espacio –si en “Los inmortales” sólo puede quedar uno, aquí siempre tiene que aparecer una-:

a) La noticia “chorras”: es un tipo de información de retrete, de base de prisma del cartón de cereales, de “Ragazza”, “Vale” o “Superpop”, de trabajador que despidieron del CIS por lo espléndido de sus encuestas o de trampolín para el chiste nocturno de Matías Prats. Un ejemplo: Al 25% de los españoles les pone de mal humor estar resfriado. Oh, gracias, qué gran servicio social el vuestro, cada vez que vea a alguien con un pañuelo en la mano me preguntaré, antes de entablar una conversación, si valdrá la pena arriesgarse a recibir una mala respuesta.

b) La noticia alimenticia o, en su defecto, de exposiciones-salones: se trata ahora de ese repaso a las más esotéricas tendencias, desde las lámparas de araña hasta el queso rayado con sabor a ketchup, pasando por la tensa disputa entre la línea modernista actual frente al clasicismo de finales 90 en las mesillas de noche. Esta línea informativa se puede hacer especialmente dañina durante el fin de semana, cuando se produce el fenómeno de la internacionalización: las mismas noticias pero en el extranjero.

c) La noticia autobombo: cómo no, una cadena privada debe ensalzar hasta el menor de sus éxitos. Si podemos escupiros toda la programación de Onda Cero, lo haremos sin miramientos. Dolorosas son las ráfagas de la sección de Deportes cuando juega la selección y la televisan en Antena 3: el mes anterior te lanzan los dardos subliminales y, en torno a las dos semanas antes del “estreno”, te atraviesan con su espada ardiente. Tiene ésta la forma de anuncio de “Gran Hermano”: “Faltan X días”, junto a una música épica y electrónica.

La situación más cruel se produce en el momento en que, como sucedió hoy, estas noticias tipo se aúnan para formar un combo. Bofetada a babor, gancho y patada en los huevos o tiro en la nuca. Mi madre y mi hermano todavía recogen, junto al pescado sobrante, mis entrañas para tomarlas a la cena.


Y, sin embargo, me sigo drogando: “Hola, soy Pablo y veo el telediario de Antena 3”. “Gracias, Pablo” (suaves aplausos de ánimo de mis compañeros de terapia: las que ven “Los cazatesoros”, los seguidores de “Cantas o qué”, los que desmenuzan “Esta cocina es un infierno”…).

Por eso, por la vida de un hombre miserable, lo sé, os pregunto, ¿alguno de vosotros conoce alguna televisión de desintoxicación?