miércoles, agosto 02, 2006

Hormonas

A Floyd Landis no se le abren las puertas de la Facultad de Medicina: acorralado, no busca otra excusa mejor que alcoholizarse. Bebe, olvida y miente -quisiéramos que no- para decir que el alcohol ha podido influir en sus altos niveles de testosterona.
Porque la pandilla del Phonak subió a la habitación del hotel para ahogar sus penas en whisky y ahí, en esas cuatro paredes, los aspirantes a médicos, aun los más mediocres, encuentran una verdad: el alcohol, en grandes cantidades -y grande es embriagarse-, no sólo destruye algunos tipos de vitaminas en nuestro organismo, sino que también disminuye los porcentajes de testosterona, de ahí las dificultades para mantener relaciones sexuales empapados en una borrachera.
Si las teorías fisiológicas del ciclista americano fuesen ciertas, si se cumpliese la ecuación "alcohol=testosterona=potencia", Ernesto de Hannover sería más caníbal que el mismísimo Eddy Merckx.


No quiero condenar a nadie y, sin embargo, me es difícil evitarlo: ganar el Tour de resaca.