miércoles, marzo 08, 2006

¡Machismo, no! ¡Paridad, tal vez!

Advertencia, esto sí, breve: El post de hoy es, ciertamente, largo, y pido perdón por ello. Pero su longitud es absolutamente necesaria.

Toda persona con un mínimo de sentido común debe llegar, a la hora de realizar un análisis ideológico a lo largo de la Historia, al siguiente razonamiento o A-B-C político:

Para los partidos tendentes a la derecha tradicional, la economía es un elemento fundamental: si el dinero fluye, el país “va bien”. En cambio, para la izquierda liberal, lo importante es el contenido social: si la gente tiene ciertas libertades, verá de otro modo su propia pobreza.

Este minúsculo dogma me parece muy apropiado para revisar las últimas legislaturas en España. Con Aznar, hemos logrado una carrera económica envidiable, inesperada tras los continuos batacazos desde la Transición. No obstante, lo hemos hecho a costa de un mutismo, una falta de transparencia y una inhibición de las libertades más característicos de los regímenes totalitarios que de las democracias sólidas.

Bipolarizando, Zapatero y los socialistas nos han proporcionado una actitud más humanista (cartas boca arriba, matrimonios homosexuales), con el precio de una inestabilidad que auguro creciente en los próximos años –muchos ya se han arrepentido de votar con la mano izquierda-.




En este ambiente de liberté-egalité-fraternité, la última acción filantrópica del Gobierno ha sido el anteproyecto de ley que promueve la paridad laboral entre hombres y mujeres. Quizá peque yo de superficial, de ignorante, de inmaduro, pero creo que lo esencial de esta propuesta es una soberana estupidez.

Pasemos el tamiz: según la proposición, si yo tengo una empresa, es necesario que establezca una equidad en la contratación de personal directivo. Mi intención debe ser la de buscar una discriminación positiva a favor de la mujer. Es decir, sinceramente, no debo contratar a las personas más cercanas por su capacidad, sino que no me quedan más cojones legales que encontrar a una mujer que ocupe el puesto vacante. Da igual su dotación, si no es hombre, ¡bienvenida al despacho! ¿Acaso no es esta la forma más hiriente de machismo? Tenemos que cortar cabezas para meter tetas, qué ingenio.

No soy un experto legislador y, sin embargo, me atrevo, humildemente, a sugerir esta opción: ¿no será más útil que, antes de posicionar mujeres porque sí, hagamos un esfuerzo por igualar sus salarios y sus condiciones laborales? Ahí es donde reside la verdadera precariedad femenina y donde debemos clavar primero nuestro puño. Colocar mujeres por igualdad las convertirá en mártires, ya que pueden no ser un objeto de deseo y sí una imposición.

Vivimos en un país todavía machista, es evidente, pero la evolución histórica nos devora, la variación está presente en cada esquina, en cada plato. La sociedad, en esto como en tantas otras cosas, está cambiando. Por eso tenemos que estar acertados en nuestros pasos.

Parafraseando a la directora del Instituto de la Mujer que, a su vez, parafraseó a Martin Luther King: “No se puede cambiar el corazón de las personas, pero se puede legislar su comportamiento”. Entonces, legislemos bien.





Después de toda está parrafada débil, no me queda otra salida que apretarme el cinturón. Como mi propuesta popular está todavía menos refrendada que las firmas del PP, al igual que ha sido prohibido fumar en mi habitación, no he tenido más remedio que contratar a una mujer para que escriba en este blog.

Por endogamia, le he pedido a mi madre que nos honrase con unas líneas y este es el resultado:

Te quiero mucho pero esto es una tontería. No tengo ganas de pensar ahora así que déjame en paz.

Derrotado y humillado por mi sufriente parturienta (después de cinco horas de parto y una cesárea nací, proféticamente, de culo), he dejado que mi lado femenino se encargue del puesto. Así, os presento a Paula, Dama Sentai o Dama de la Rosa, que ha posteado y seguirá posteando para vosotros deliciosas palabras como éstas:

He estado revisando el blog de Pablo y me he dado cuenta de que apesta. ¡Oh, Scarlett Johansson! ¡Oh, Susanna Griso! Sucio onanista, promueves la igualdad y, gran paradoja, anquilosas este cuaderno con tus fantasías abominables. Eyaculador precoz, entrénate en la coherencia y madura de una maldita vez. Potencial impotente, seré tu más corrosiva crítica y viviré en la sombra de tus errores para hacerlos táctiles.

De momento, ahí va mi 50%. Esto (dedicado especialmente a Fátima):



Y esto:




No me queda más que anunciaros lo siguiente: ha nacido, para mi castigo y sufrimiento, un nuevo personaje en este blog, la Dama de la Rosa. Como ella misma afirma, me perseguirá y no dejará que tiemble su mano para sacar a la luz todas mis vergüenzas y tristezas. Démosle la bienvenida y… que Dios me coja confesado.


Posdata: Me gustaría proponeros un movimiento filosófico, el quecarallismo. Se trata de un modus vivendi que ayudaría a solucionar las cuestiones sociales más espinosas: “Que los gays se quieren casar, ¡qué carallo! Que lo hagan”. “Que las mujeres quieren igualdad, ¡qué carallo! Son como los hombres”. Así sucesivamente, porque todos somos iguales y ya está, de modo que no quiero que me rompan la cabeza con corporativismos. ¡Qué carallo!