martes, mayo 09, 2006

Sea un grano de arena o una roca, en el agua se hunden igual

Amado y bendito eMULE.
Chan Woo Park, tan desconocido como la inmensa mayoría de los surcoreanos pero tan fascinante como los únicos, ha recogido lo mejor del manga "Old boy" -de Tsuchiya Garon y Minegishi Nobuaki- para hacer una obra maestra del cine: inteligente y, más allá, inquietante.
Nos coloca, brutalmente, contra la soledad, y se atreve a buscar dentro de ella. Cómo se destruye un hombre o cómo se alimenta a través del odio, el deseo de venganza y, como una flor de invierno, el amor, para renacer y encontrar su destino rozando los límites de lo real. Detrás, el humor negro que lo arrastra.
Es una de esas películas que te mantienen suspendido, para jugar con la intuición todavía cayendo en la sorpresa, con un ritmo que te manipula y una aventura visual en su justa medida. Los personajes, frágiles y oscuros, son dibujos de los que sólo puedes sospechar su verdad y la desconfianza se multiplica. La trama empieza a no ser tan plana.
Por eso crees construir la historia y, al final, lo inesperado toma cuerpo y es como si el espejo te diese la espalda: te has equivocado. El desenlace es abrupto y genial por la crudeza acumulada, la emoción permanece porque se eleva sobre la última página vuelta.




"Old boy" es de lo mejor que he visto últimamente y confirma esa extraña tendencia por la que Oriente se traga a Occidente.




Postpost: Ahora, alcemos la cabeza y, con mirada alegre, vomitemos enérgicamente sobre "2046".