lunes, abril 17, 2006

La información es poder y verdad a medias

He estudiado -he desperdiciado en parte- durante cuatro años una carrera universitaria que no me resultaba atractiva desde un comienzo. La profesión de periodista, como final de trayecto, me repele de modo inquietante, hasta el punto de que, en una facultad corporativista, de élite, he aprendido a odiar ese oficio pero, afortunadamente, a un tiempo, a respetarlo por el aprecio a mis compañeros más cercanos. En esa contradicción se solidifica mi visión del periodismo, y en el enfrentamiento la repulsa vence por momentos al apoyo.
Hay algo que me parece realmente sangrante en los medios de comunicación: la oportunidad periodística. Muchos de vosotros conoceréis el significado de esta expresión; para los que no, ahí va esta definición: se trata de una forma de reconstrucción de la realidad en base a las posibilidades que ofrece un acontecimiento, es decir, gracias a la continuidad que nos puede proporcionar. El presente se edifica con la normalidad y, cuando ésta se rompe, surge la noticia. Si se multiplica, nace la oportunidad periodística.
A veces, a través de los periódicos y, sobre todo, de la televisión, tenemos la sensación de estar viviendo la hecatombe. Con la información de catástrofes naturales, por ejemplo, parece que el planeta se desgaja o se desangra: a un terremoto terrible suceden inundaciones, vendavales, tormentas... todos en único golpe divino. Pero la traslación sigue siendo la misma, niños.
Un huracán, fuerte pero no devastador, cuando está aislado no existe, no es noticia. Sí lo es si antes la mano de Katrina levantó tejados y vidas, ciudades y gobiernos. 200 personas mueren en un remolino de viento, si no mueren 5000 en otro agujero, jamás conoceremos la suerte de las primeras víctimas. Sólo ocurre lo adyacente o lo apocalíptico.
La subida de precios del carburante es una larga enfermedad. Irán se suma a las alzas y el resto del globo se preocupa, más todavía porque en Nigeria-Chad los dólares se hacen insuficientes. La noticia es que sube la gasolina, no el porqué verdadero de ese incremento en el segundo caso.
Irán, con sus juegos de plutonio, es el protagonista de las informaciones, luego aprovechémoslo para decir que aumenta precios. Activamos la oportunidad periodística: ¿se puede extender la noticia? Nigeria sigue el mismo camino pero el porqué está fuera de la línea temática, de la ocasión. No interesa.
En ese caso, la realidad es que en los lagos de Chad todo está caro, no sucede nada más. Está bien, lo que no ocurre es que hay una revolución rebelde que maneja los precios, que la sangre corre desde hace tiempo y que sí, también mueren niños. Cuando estrenen "Hotel Rwanda II" quizá se dé la oportunidad, por raccord, de contar que cuatro negros se perforaron las nucas y que sus hijos vivieron en tiendas de campaña, en un océano de cascos azules.
Y dirán: "El periodismo es eficiencia, lógica. No podemos abarcar toda la realidad, tenemos que seleccionar la información más relevante, más cercana". Y todas sus palabras serán paradojas que rompen dientes, "relevante" y "cercana" serán conceptos que variarán según la ocasión porque, si escucho las confesiones de mi enciclopedia, Nigeria está tan próxima a Redondela como Irak. Aún así, el bombardeo informativo desde Bagdad continuará porque es noticia, "se huele la guerra civil". Exacto, no pasa eso en Sierra Leona, no hay miedo en Colombia...
No es justo condenar a los medios de comunicación por su trabajo, sin ellos lo desconoceríamos todo. Pero nunca la realidad será sólo lo que ellos cuenten, si la verdad no es absoluta, tampoco pertenecerá a unos únicos dedos. Estar informado no es leerse todos los periódicos, porque el presente no es sólo lo que se ve sino también lo que late. Después de todo, la costumbre y su muerte son simplemente un punto de vista.
Postpost de la Dama de la Rosa: ¿Eres tú el más indicado para toda esta parrafada?