lunes, mayo 15, 2006

Grandes inventos de la Historia de la Humanidad

Los técnicos de preservativos, como los de Fórmula 1, trabajan intensamente por mejorar las prestaciones de sus productos. En el campeonato mundial de profilácticos 2006, una marca ha dado un paso más allá en la innovación, para poner un nueva especie en las calles y la televisión, lejos de ese templo todavía maldito para muchos que es el Sex Shop. Nos referimos a "Durex".
En un mercado estriado, retardado y de sabores, esta empresa ha creado el anillo perfecto, definitivo, del sí quiero. Se trata de un aro que se coloca en la base del pene -qué fino soy- y que produce unas vibraciones que, confiando ciegamente en las palabras de sus vendedores, resultan placenteras para ambos amantes. Además, no se convierte en un objeto incómodo, sino que también admite el uso de preservativos.
Ahora bien, veamos el lado oscuro de semejante invento. Por desgracia, estamos ante un producto de un único uso. Si atendemos a su precio, en torno a los 7 euros, las cosquillitas no salen muy económicas. Es más, su batería sólo resiste veinte minutos y, poniéndonos cerdos -en el sentido animal de la palabra-, quizá se queden las pilas en el aire en una sesión para el recuerdo.


Es difícil aventurar el éxito o el fracaso de esta nueva salida, aunque me aventuro a decir que muchos consiguen un vibrato mucho más barato. La solución siempre ha estado en nuestras rimas.
Para los que tienen la suerte de probar el futuro, que lo disfruten, para el resto, "Durex" también ha preparado una diversión solitaria.