jueves, mayo 11, 2006

Terrorismo poético

Después de los hijos de André Bretón, para quienes el Surrealismo era salir a la calle con una pistola y asesinar, para hacer sonar la libertad, no había visto una forma de arte tan enérgica como ésta. Las normas, caídas, dan paso a la destrucción como inspiración: "No hagas piquetes, practica vandalismo".
El terrorismo poético es el arte fuera del arte, son los poemas garabateados en los lavabos del juzgado, pequeños fetiches abandonados en parques y restaurantes, la obra en fotocopias bajo el limpiaparabrisas de los coches aparcados, cartas anónimas enviadas a destinatarios conocidos o al azar, retransmisiones piratas de radio, cemento fresco, sexo.
El arte como libertad, como (re)construcción del orden y de nuestras existencias. Ahí donde el deseo surge, el instante y la sensación convierten la forma o el vacío en una obra total, la anarquía se edifica como la armonía perfecta. Sin más cánones que el individualismo irracional, porque sólo del interior brotan las verdades.
Lástima que los hipócritas hayan tomado este ideal para tergiversarlo y alimentar sus violencias. Hasta que lo rescatemos, desnudos por las calles, cuatro "revolucionarios" seguirán armados de ladrillos y cócteles molotov, pervirtiendo nuestra nueva creación.


Aunque no siempre...