domingo, enero 13, 2008

Ángel González

Muchas personas ignoran lo que es ser poeta y, sin embargo, lo son. Significa esto que escribir poesía no se trata de una vocación teatral, de una forma de ser, de una excentricidad preconcebida o un alejamiento del mundo -la torre de marfil-. Es, más bien, o debiera ser, algo que se hace por naturaleza, que fluye de uno mismo sin pensarlo, más por instinto que por un objetivo, como la primera metáfora de Mario Ruoppolo en "El cartero y Pablo Neruda".

Cuando la poesía se transforma en un disfraz, es probable que acabemos tomándola como falsedad. Poeta y obra pueden llegar, pero sólo lo hacen cuando hay verdad en lo que cuentan, y esa misma verdad está desnuda. Esa es la creación cierta, el resto es pura mentira. Es mentira toda literatura que prioriza el cómo está contado al qué cuenta. Es un ramo de flores pero sólo eso: un ramo de flores. Vacío. Humo.



Los poetas verdaderos transmiten, son profetas y no peluqueros. Por eso son universales, porque su arte está hecho para todos, por todos. Y me gusta decir que Ángel González es uno de esos poetas verdaderos. Porque tuvo una voz y contó.

Ahora está muerto, o más bien es su cuerpo el que ya no nos acompaña. Afortunadamente, le ha gandado la batalla al olvido y siempre estará ahí, con su verdad desnuda, con su poesía para los hombres:

Otro tiempo vendrá distinto a éste.
Y alguien dirá:
"Hablaste mal. Debiste haber contado
otras historias:
violines estirándose indolentes
en una noche densa de perfumes,
bellas palabras calificativas
para expresar amor ilimitado,
amor al final sobre las cosas
todas".

Pero hoy,
cuando es la luz del alba
como la espuma sucia
de un día anticipadamente inútil,
estoy aquí,
insomne, fatigado, velando
mis armas derrotadas,
y canto
todo lo que perdí: por lo que muero.

Ángel González, "Otro tiempo vendrá distinto a éste...", de "Sin esperanza, con convencimiento".

Postpost: Quizá por eso Sabina, además de discípulo aventajado, es también una de las personas que más le ha querido.