domingo, marzo 19, 2006

Cumpleaños feliz

Si el “Daily Telegraph” británico fuese un periódico de una larga carrera imparcial, hoy Irak recibiría el mejor regalo de todos en el tercer aniversario de la invasión aliada. Según el rotativo, EE.UU. y Reino Unido (eso es ampliar mucho el espectro, digamos mejor George Bush y Tony Blair) se habrían planteado la retirada total de sus tropas desplegadas en el país asiático. Este repliegue se haría de modo gradual y no terminaría hasta el año 2007, en el que la presencia militar se reduciría a ojeadores internacionales de las Naciones Unidas.
Lástima que el periódico se desenvuelva en un mercado comunicativo en el que el amarillismo o el sensacionalismo son el pan de cada día. En virtud de este gran error, el futuro de Irak, al menos a corto plazo, está destinado a la misma rutina sangrienta de la que nos empapamos noticia a noticia, enfrentamiento a enfrentamiento. Los soldados británicos y estadounidenses permanecerán en el territorio hasta que la situación mejore, es decir, hasta que la paz y la democracia, supuesto nombre de sus balas, se impongan definitivamente.
No obstante, más que el optimismo, lo que está reinando en la zona es el escepticismo y, sobre todo, al final del trayecto, el dolor. Situaciones en las que nos solemos caer cuando nos metemos en una historia desconocida: invadimos un país, derrocamos a su líder y, a la hora de instaurar un régimen de poder, en lugar de equiparar la presencia de las etnias en el gobierno, optamos por uno de los dos grupos mayoritarios para salvaguardar la estabilidad. Por supuesto, tú dale privilegios a un sector de la población que el resto te lo agradecerá con atentados, asesinatos a sangre fría y torturas.
¿Qué hacer entonces? Descargar la ira de nuestros helicópteros y misiles, tanques y ametralladoras, contra la insurgencia. Esto es, al borde de una guerra civil, pacificar ejecutando muertes. ¿Vidas de soldados o terroristas iraquíes? No, hombre, si podemos acabar con civiles en un “¡ups! Se me escapó” hagámoslo, no vaya a ser que luego se conviertan en feroces luchadores.
Hoy incluso boicotean mis imágenes. ¡Blogger genocidas!
Después de tres años en que los entierros han corrido a cuentagotas y, a veces, a borbotones, ¿no se han dado cuenta de que lo que realmente perturba la paz es su presencia allí? Tanta democracia detrás de una mira telescópica, tantas libertades en el brillo cortante de la metralla han convertido la misión en una gran paradoja o en una gran certeza. ¿Qué estáis haciendo? Provocar el desastre, que es el peso del orgullo o el egoísmo de no querer reconocer los errores propios. No claudicamos aunque estemos confundidos, vale más perseverar en las estupideces que entregarse a una derrota que, más incluso que en Vietnam, es totalmente patente.
Y lo peor de todo no es el ridículo ejercicio de autoafirmación, sino la utilización de las excusas más hirientes en los sueños de gran dictador: “Con la invasión hemos librado a América y al mundo del terror de Saddam Hussein”. Siempre el altruismo universal por encima de todo. Gracias, señor Bush, ahora ya puedo salir tranquilo del búnker polvoriento debajo de mi cama, el demonio está siendo juzgado, las flores renacen y el arco iris de la paz cruza el ocaso.
Nunca he sentido tanta vergüenza de la “civilización”. Por favor, por favor, que nadie vuelva a utilizar mi nombre para justificar la masacre.