lunes, marzo 20, 2006

El sueño de Adam Smith pisa Galicia

La globalización abre las puertas más pesadas. El fenómeno multinacional o transnacional es ya inexorable, aceptémoslo. Ni siquiera el más proteccionista de los sistemas es capaz de contrarrestar hoy el envite de esta poderosa marea económica occidental. Boyantes, arrastrados o ahogados, todos estamos inmersos en este océano planetario que tiene esencia de futuro.

El sueño más dulce de Adam Smith o David Ricardo va tomando forma en todas las esquinas, incluso en aquellas donde el despunte de la industrialización es sólo una pegatina de “Galiza Nova” en el mango de un apero de labranza. Nadie podía imaginarse –ni Rodrigo Rato en su sillón de cuero- que el devenir comercial transoceánico se adentraría en la costumbre más arraigada, en el corazón más verde: la Galicia rural.

Hace tiempo que la ternera gallega, nuestra rubia Claudia Schiffer o la carne con carné (qué elegante, sutil e inteligente eslogan publicitario), está condenada a la extinción. Parece ser que a nuestros ganaderos, en un ejercicio de proxenetismo exótico, les tira más ahora lo asiático. ¿Quiere decir esto que, en un arrebato de profanación, hemos secuestrado cientos de vacas indias? No, la búsqueda es todavía más sorprendente. Nuestros prados, esa extensión de hierba verde y vacas castañas, han sido abordados por un extraño cuadrúpedo: la búfala.

¿Búfalos en Galicia? Sí, búfalos. El interior de Lugo, como una llanura texana, es el hábitat predilecto de estos animales. Lejos quedan ya las tiernas súplicas del nieto: “Abuelo, ¿puedo ver la vaquiña?”. El presente y el futuro se tiñen de un: “¿Puedo acampar en la finca y cazar búfalos?”. Y qué inviernos más calentitos, bajo las mantas de piel. Sin olvidar el adiós de las boinas tradicionales, son necesarias alas en el sombrero, cowrapaz. Xan es ahora John, John Wayne, “como o das pilículas”, el campo como un largo peregrinar. ¿Y los indios –poniéndonos maniqueístas-? Cuatro tuneros con crestas engominadas que montan scooters y no caballos y que fuman porros en lugar de pipas.
¿Pero qué nos proporcionan los búfalos más allá de una nueva idiosincrasia? ¿Carne? Te equivocas. ¿Piel? No. ¿Pelo? Tampoco. ¿Leche? No exactamente. La leche de búfala es dos veces más cara que la de vaca, por lo que su comercialización no sería rentable. Mas aquí nace la primera manifestación del milagro de la especialización por países: la leche de búfala no se utiliza para consumo directo sino para… ¡hacer mozzarella! Sí, porque el mejor queso de este tipo proviene de estos animales.

Olvidemos el Parkinson de nuestros actores en el “pero home prevenido vale por dous…”, huyamos del yogur multisabor, digamos adiós a la vaca que ríe sin perilla. Saludemos a la nueva pizza “barbacoa”, más genuinamente americana que nunca, con mozzarella de búfalo: (reconstrucción) “¡Mmmmmmm! Little Rose, this is a fucking great pizza!” (“Carallo, Rosiña, que ben che quedou a comida”). ¿Galicia, terra de meigas? Galicia, tierra de chamanes.

El ejemplo más claro de que la globalización se desplaza imparable. Más que nunca, es una embestida a cuatro patas, negra, peluda y con cuernos vueltos.